lunes, 5 de mayo de 2008

San Clemente

Año 1980, Genero documental

San Clemente es una de las obras cumbres de Raymond Depardon y una de las mejores aproximaciones cinematográficas que se han hecho sobre el mundo de los enfermos mentales. Parte de un punto similar al de la histórica Titicut follies (Frederick Wiseman, 1969): un grupo de personas que requieren una atención especial son tratadas de forma marginal y a veces infrahumana por parte del estado. En Tititcut los enfermos parecen reclusos de una prisión, sufriendo inquisitivos interrogatorios, cacheos y un trato muy poco adecuado. En el centro que retrata Depardon (San Clemente, situado en Venecia) los problemas nacen por el abandono y la falta de recursos (4). Ambos cineastas consiguen ir más allá del planteamiento inicial, siendo capaces de plasmar en el celuloide las sensaciones vividas en este crudo y surreal ambiente.
El realizador francés parte también de una forma de trabajo similar a la del norteamericano, como son las bases del cinema direct. Sigue a una serie de personas que se encuentran en el manicomio (pacientes, familiares, doctores) durante un tiempo determinado, registrando la acción que lo envuelve, en principio sin intervenir en ella… pero aquí se encuentra la principal diferencia con los orígenes del cinema direct (años 60) y las variantes y evoluciones posteriores. Depardon, sin reconstruir el espacio que filma, participa – inevitablemente - en la acción, pero incluye las tomas “participativas” en la película, las tomas que Wiseman desecharía en pro de un tono más distante. Sin despegar la cámara de su hombro, podemos verlo compartir un cigarrillo en el patio con un paciente (cuando se agacha para encenderlo encuadra el codo de su interlocutor), ser mal recibido por algunos (“¡Búscate un trabajo honesto!”, “¡Sácame otra foto! ¡Idiota!”, recibe escobazos, es expulsado), a veces ser saludado por los pasillos como si fuera uno más (“¿Hola Raymond, como va todo?”), vemos la sonidista en cuadro entre los personajes…. Consigue de esta manera no sólo retratar de una forma directa a las personas, sino también contar el proceso de elaboración y de relaciones que conlleva la realización de una película. Desmitifica la observación supuestamente neutral, la verité, para mostrar que detrás de la cámara y el micro ha habido dos personas que han interactuado en ése espacio.
A nivel formal sobresale su excepcional talento para llevar la cámara. Encuadra, reencuadra, realiza movimientos perfectos, se situa en el punto más útil de la acción donde cazar todo lo que sucede… Un ejemplo: la larga charla de uno de los pacientes, Darío, que trata de convencer al doctor para cambiar de centro. Detrás entran unos médicos (dos veces) que atienden a otros pacientes, y después un tercer paciente entra en la sala interrumpiendo poco a poco la conversación y quejándose al doctor, tiene sueño y quiere vino. Una situación bastante caótica. La secuencia dura 11 minutos y medio, con sólo 5 tomas, donde hay planos generales, medios, primeros planos, barridos, precisos cambios de encuadre, de posición… Una gran capacidad de ver - y a la vez grabar - lo más importante y hacerlo comprensible para el espectador. Cuando el material llega a la sala de montaje más de la mitad del trabajo está hecho. Un buen ejemplo práctico de cómo filmar una realidad donde empiezan a suceder hechos imprevistos. Con este savoir faire está rodado toda la película y gran parte de su filmografía.
De esta manera construyó Depardon un referente del cine documental. Una vuelta de tuerca más a Titicut Follies.

1 comentario:

mamapi dijo...

Veo que te gusta el cine nada convencional, que disfrutas con la cámara con los primeros planos...
Esto es ser amante del Cine!!!!
Igualmente me pasa a mi,lo trsite es que no hay muchas peliculas que merezcan la pena... 4 minutos, once.. son excepciones
besos